Desarrollo físico y salud durante los primeros tres años
El desarrollo del ser humano no empieza a partir del nacimiento, contrario a lo que las personas consideran, éste se inicia desde la concepción del ovulo con el espermatozoide. Para comprender todos los elementos que la evolución del desarrollo humano conlleva, primero debemos entender porque son tan importantes los primeros años de vida, incluso antes de nacer.
Si bien es cierto, los estadios del
desarrollo embrionario muestran una acelerada forma de crecimiento, las primeras
etapas infantiles no se quedan atrás con respecto al acelerado crecimiento.
Pues son los primeros tres años de vida donde se muestran estilos de
aprendizaje, temperamento y personalidad, entre otros factores. Es imperioso
también el desarrollo psicosocial, principalmente el vinculo materno como
primer contacto del mundo exterior.
La genética que el bebé hereda de sus padres tiene una
poderosa influencia sobre sus características físicas, habiendo una interacción
con las influencias ambientales como la alimentación, la nutrición y las
condiciones de vida logran que estas características se desarrollen a plenitud.
Durante la etapa de desarrollo, los niños crecen con mayor velocidad durante
sus primeros tres años de vida, en especial durante los primeros 3 meses de lo
que harán en el resto de sus vidas, esta etapa disminuye durante su segundo y
tercer año de vida.
Otra de las etapas importantes en el
desarrollo del infante es la de la dentición, se inicia alrededor del tercer o
cuarto mes, comienzan con el hábito de meterse cualquier objeto a la boca para
satisfacer la necesidad de rascarse las encías. Regularmente el primer diente les aparece
entre el quinto y noveno mes o un poco más tarde. Ya cumplido el año, el
infante tiene desarrollados entre 6 u 8 dientes. Para los 2 años y medio el
infante ya tiene desarrollado un conjunto completo con 20 dientes.
El crecimiento y desarrollo físicos
se llevan a cabo de dos maneras: la
céfalo-caudal, donde el crecimiento ocurre de arriba hacia abajo y el
próximo-distal, donde el crecimiento y el desarrollo motor proceden del centro
del cuerpo hacia afuera. El cambio más notable durante este periodo es que la
cabeza se va volviendo más pequeña al resto del cuerpo.
Un parte muy importante durante el desarrollo del infante es la nutrición, se inicia desde la gestación hasta el nacimiento del mismo, durante la etapa del amamantamiento el infante sigue recibiendo los nutrientes que necesita para su buen desarrollo y forma un vínculo emocional con la madre. La AAP recomienda que se amamante a los bebés durante los primeros 6 meses. Se cree que sí el bebé no recibe la leche materna puede enfermar (por el calostro) o no formar ese vínculo pero ya existen métodos donde la leche de la madre puede ser extraída, congelada y después por medio de biberón alimentar al bebé así volviéndose segura, nutritiva y popular. Otra manera de alimentar es por medio de fórmula, en algunos países como en Estados Unidos se ha vuelto la norma utilizarla. El sistema nervioso central es el responsable de que el niño responda al estímulo del pezón y ayuda a ejercitar el cerebro durante los primeros meses.
El crecimiento del cerebro es un
proceso permanente y fundamental para el desarrollo físico, cognitivo y
emocional del bebé, el crecimiento del cerebro sucede en arranques irregulares
llamados “crecimientos cerebrales repentinos”. Para los tres años de edad
alcanza el 90% de su peso adulto. Su desarrollo es muy importante ya que así
nos podemos dar cuenta por medio de los reflejos del bebé sí está completa su
formación.
Se hallan una serie de ensayos donde
se pone a prueba el desarrollo total del bebé por medio de las conductas
reflejas, las cuales son respuestas automáticas, involuntarias e innatas a la
estimulación. Estas son controladas por los centros cerebrales inferiores que
gobiernan los demás procesos involuntarios (respiración, frecuencia cardiaca,
etc.). Las pruebas son: el reflejo de moro, el Darwiniano, reflejo tónico del
cuello, reflejo de Babkin, reflejo de Babinski, reflejo de succión, reflejo de
marcha y el reflejo de nadar, todos ellos aparecen durante la gestación y los
primeros meses de nacido y su tiempo de desaparición varía entre los tres y
nueve meses.
Las capacidades sensoriales se
presentan desde el nacimiento o incluso desde el útero y se desarrollan
velozmente en los primeros meses de vida, lo niños más pequeños muestran
capacidades marcadas para discriminar los estímulos. Uno de los primeros
sentidos en desarrollarse es el del tacto el cual es el más maduro, el olfato y
el gusto comienzan a desarrollarse dentro del útero, gracias a ello, los
sabores y aromas de los alimentos pueden ser transmitidos a través del líquido
amniótico. El oído funciona desde antes del nacimiento, el feto responde a los
sonidos y parece aprender a reconocerlos, al nacer, la discriminación auditiva
se desarrolla rápidamente. La vista es
la menos desarrollada al momento de nacer ya que los ojos del bebé son más pequeños,
sus retinas están incompletas y el nervio óptico no se encuentra desarrollado
completamente, durante los primeros meses la capacidad de seguir un objeto y la
percepción del color se desarrollan rápidamente.
El desarrollo motriz del bebé se
caracteriza por ser una serie de hitos o logros que se van dando de una manera
sistemática, donde cada capacidad que el bebé domina le permite pasar a la
siguiente etapa, la gran mayoría de ellas se da en un rango entre los 3 meses y
4 años desarrollándose entre un 50 y 90 por cierto en su totalidad, la
habilidades que va desplegando a partir de los 3 meses son: el darse vuelta, el
asir una sonaja, el sentarse sin apoyo, pararse mientras se detiene, asir con
su pulgar el dedo, pararse bien por sí solo, caminar correctamente, construir
una torre con dos tubos, subir escaleras, brincar en un mismo sitio y copiar un
círculo, éstas dos últimas se dan entre los dos y cuatro años indicando que el
bebé tiene mejor control sobre su aparato motriz.
El desarrollo motriz del infante
bajo la perspectiva de Jean Piaget, en esta etapa el bebé desarrolla la
imitación, la permanencia del objeto, el desarrollo simbólico, la
categorización y la causalidad. Consta de seis sub-etapas que influyen de una a
otra a medida que los esquemas del bebé, los patrones organizados de
pensamiento y conducta se vuelven más elaborados.
En la sub-etapa 1, uso de reflejos,
los lactantes ejercen sus reflejos innatos adquiriendo cierto control sobre
ellos, no coordinan la información proveniente de sus sentidos ni pueden asir
un objeto que miran. Se dan desde el nacimiento
hasta cumplir el mes.
Las reacciones circulares primarias, se dan en
la segunda sub-etapa, aparecen a partir del primer mes hasta los 4 meses, en
ésta, los lactantes repiten conductas agradables que ocurrieron inicialmente al
azar, las actividades se centran en el cuerpo del bebé más que en los efectos
del comportamiento sobre el ambiente y realizan sus primeras adaptaciones
adquiridas.
Las reacciones circulares secundarias, se dan
en la tercer sub-etapa, entre los cuatro y ocho meses, los lactantes ya se
interesan más en su medio, repiten acciones que producen resultados
interesantes y las prolongan, sus acciones son intencionales, pero no tienen
meta alguna, es su etapa de experimentación.
Durante la sub-etapa 4 se da la
coordinación de esquemas secundarios, entre los ocho y doce meses, el
comportamiento del bebé es más deliberado y premeditado a medida que coordina
los esquemas aprendidos, utiliza lo adquirido previamente para obtener sus
metas y es capaz de anticipar sucesos.
De los 12 a los 18 meses (sub-etapa
5) se dan las reacciones circulares terciarias, los bebés se vuelven curiosos y
experimentan, varían la manera en cómo hacen las cosas para ver los resultados,
exploran más su medio para ver lo novedoso en un objeto, suceso o situación,
prueban con nuevas actividades y utilizan ensayo y error para resolver
problemas.
En la sub-etapa 6 (18-24 meses), el
bebé ya comienza con las combinaciones mentales, puede simular, utiliza
símbolos como ademanes y palabras, ya no recurre tanto a ensayo y error para
resolver problemas, comienza a pensar sobre los eventos y anticipar
consecuencias, demuestra tener conocimiento de su medio y puede simular.
Antes de que los bebés utilicen
palabras, expresan sus necesidades y sentimientos por medio de los sonidos del
llanto, a los zureos y balbuceos. Desde el nacimiento hasta los 10 meses el
bebé puede percibir el habla, zurea y ríe, juega con sonidos, reconoce patrones
de sonido que escucha frecuentemente, reconoce los fonemas de la lengua
materna, balbucea cadenas de consonantes y vocales, utiliza ademanes para
comunicarse y juega con mímica e imita intencionalmente los sonidos.
De los 9 a los 24 meses utiliza unos
cuantos ademanes sociales, no puede discriminar los sonidos que no son de su
propia lengua, dice sus primeras palabras y las primeras individuales, aumenta
su vocabulario pasivo, utiliza ademanes más elaborados y ademanes simbólicos, aprende
muchas palabras nuevas, entre cincuenta y cuatrocientas palabras, utiliza
verbos y adjetivos.
De los 18 a los 36 meses dice su
primera oración, utiliza menos ademanes, nombra más objetos y cuestiona,
aumenta repentinamente su comprensión, utiliza muchas frases de dos palabras,
ya no balbucea tanto, hace el intento de hablar, aprende palabras nuevas todos
los días, combina tres o más palabras, comprende bien, dice hasta 1000 palabras,
comete errores gramaticales y comete algunos errores de sintaxis.
Bases del desarrollo psicosocial. A pesar de que los bebés comparten estándares comunes de desarrollo, muestran desde un principio diferentes patrones de personalidad debido a influencias tanto innatas como ambientales, esto se encuentra interrelacionado con su medio y las relaciones sociales. Algunos de los elementos más sobresalientes del desarrollo psicosocial del bebé:
0 a 3 meses, los lactantes se encuentran abiertos a la
estimulación, muestran interés y curiosidad y sonríen con facilidad a los
demás.
3 a 6 meses, pueden anticipar lo que está a punto de
suceder y experimentan desilusión cuando no sucede, sonríen, zurean y se ríen
con frecuencia, comienzan a ser más sociables y sus intercambios son recíprocos
con quién los cuida.
6 a 9 meses, participan en juegos sociales y tratan de
obtener respuesta de los demás, platican, tocan y coquetean con otros bebés
para obtener respuesta, expresan emociones más diferenciadas; muestran alegría,
temor, enojo, sorpresa.
9 a 12 meses, están intensamente concentrados en su
cuidador principal, ya cumplido el año se vuelven temerosos ante los
desconocidos, comunican sus emociones de forma clara y ya exhiben estados de
ánimo, ambivalencia y grados de sentimiento.
12 a 18 meses, exploran su ambiente y usan a las personas
más apegadas a ellos para ello, a medida que van dominando su ambiente;
adquieren mayor confianza y están dispuestos a imponerse.
18 a 36 meses, se vuelven ansiosos al darse cuenta de lo
mucho que se están separando de su cuidador y obtienen la razón de sus límites
por medio de la fantasía y el juego.
Durante sus primeros años el
lactante da señales de emoción y las expresa de diferente manera, se comunica
por medio de la sonrisa, que a partir del primer mes es más frecuente y más
sociable, pero la forma más poderosa de comunicación es a través del llanto.
Para conocer más lo que el bebé trata de comunicar con él, los expertos los han
estudiado y clasificado en cuatro: de hambre, de enojo, de dolor y de
frustración. Cada uno tiene su ritmo y tiempo de duración que los distingue. Esto
está íntimamente relacionado con el temperamento, que se define como la
característica determinada, en que la persona reacciona a personas y
situaciones. Es el cómo de la conducta: no lo que hace la persona, sino cómo lo
hace. Es relativamente consistente y perdurable.
Durante un largo periodo de su vida,
los bebés son completamente dependientes en cuanto a sus cuidados básicos, aquí
entra en cuestión la confianza y desconfianza del bebé hacía su cuidador y la
experiencia que se lleven desde una edad temprana es la clave, esta etapa
inicia desde la lactancia hasta los dieciocho meses. Los bebés desarrollan una
sensación de seguridad en las personas y objetos y necesitan encontrar el
equilibrio entre la confianza, que les permite formar relaciones íntimas y la
desconfianza, que les permite protegerse, la clave para esto es el cuidado
sensible, responsivo y consistente.
Una vez establecida la confianza
entre el lactante y su cuidador se da el apego, vínculo emocional que se da entre
los dos, ambos contribuyen a la calidad de la relación y hacen que sea
recíproco y duradero, se clasifica en: seguro, evitante, ambivalente y
desorganizado.
Entre el primer y segundo año, el
bebé se convierte en infante y durante esta transición se pueden observar
cambios significativos: sus habilidades físicas y cognitivas están más
desarrolladas, la manera en como expresa su personalidad y la manera en cómo interactúa
con los demás se torna más activa. El infante se va haciendo más consciente de
su entorno y es cuando empieza a formar su auto-concepto, que es la
representación total de sus capacidades y rasgos, experimenta un sentido de
operatividad personal, se da cuenta que puede controlar eventos externos,
desarrolla una conexión propia, el sentido de ser, con límites que lo separan
del resto del mundo. La auto-concienciación forma parte de este mismo proceso,
el infante se hace consciente de sí, la discriminación entre el yo y los demás,
empiezan a utilizar pronombres en primera persona, aplican términos
descriptivos y evaluativos hacia sí mismo, por medio del desarrollo del lenguaje,
el infante piensa y habla acerca del yo y va incorporando descripciones
verbales y de su propia imagen.
La segunda etapa del desarrollo
psicosocial se dan entre los 18 meses y 3 años de edad según Erikson (1950), en
la cual el infante va obteniendo mayor autonomía y entra en juego el juicio
propio del infante ya adquirido en base a sus experiencias, esta etapa se
distingue por:
·
Un cambio de control externo al autocontrol
·
Sustituyen los juicios de sus cuidadores por los propios
·
Emerge la voluntad propia
·
El control de esfínteres les da autonomía y autocontrol
·
Se vuelven más poderosos e independientes al dar a
entender sus deseos
·
La vergüenza y la duda los ayuda a reconocer sus límites
Los primeros tres años de vida del
infante pueden ser comparados con una etapa formativa ya que en ellos recibe
las capacidades cognitivas, psicológicas y emocionales que le van a servir para
pasar a la siguiente etapa de su desarrollo. Siendo estos estadios los más
decisivos para su futuro progreso, pues en estos obtendrá el respaldo bio-psicosocial
que le servirá para proseguir en su evolución y crecimiento como persona.
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