sábado, 27 de julio de 2013

Psicología Evolutiva y Diferencial I


Desarrollo físico en la segunda infancia


            Durante la segunda etapa del infante, su crecimiento físico sigue aumentando, aunque en menor proporción que en la etapa de los 0 a los 3 años. Los niños son un poco más pesados, más altos y con mayor masa muscular que las niñas, sus sistemas corporales siguen madurando y todos sus dientes primarios están ya desarrollados (los comúnmente llamados dientes de leche).

           
Es muy común que durante esta etapa los niños coman muy poco para el peso que tienen, esto se debe a que sólo consumen el alimento que su sistema necesita, otro aspecto muy común durante esta etapa es la conducta de chuparse el dedo pulgar, si el infante lo continua haciendo después de los 4 años no es normal, puesto que la dentadura permanente se comienza a desarrollar y puede repercutir en malformaciones de los mismos dientes o la mandíbula.

            Durante el crecimiento los patrones de sueño van cambiando, los niños pequeños duermen de manera más profunda durante las noches en un promedio de 11 horas de sueño y eliminan las siestas en el día. Algo común en los niños es que tratan de alargar el momento de irse a dormir, algunos realizan rutinas elaboradas para evitar el momento de irse a la cama, ya que ese momento de separación de su cuidador provoca ansiedad en ellos y les es más difícil conciliar el sueño. Es muy probable que la mayoría gusten de dormir con un juguete, cobija, trapo, etc., como objeto de seguridad o tener alguna luz prendida con el mismo objetivo. Esto es parte de la etapa de transición en la cual el niño pasa de la lactancia a la niñez posterior.

            Como se mencionó en el párrafo anterior, el infante sufre de alteraciones y trastornos del sueño, en su mayoría son ocasionales y van despareciendo con el  crecimiento y algunas de las razones pueden ser: la activación accidental del sistema del control motor del cerebro, excitación incompleta del sueño profundo, trastornos en la respiración y los movimientos intranquilos de las piernas. Si estos trastornos persisten más de allá de su etapa pueden ser un indicador de algún trastorno emocional, fisiológico o neurológico.




            Los trastornos son: los terrores nocturnos, el sonambulismo, las pesadillas y la enuresis, el cual viene siendo el más común de todos.

       Terrores nocturnos: ocurren durante el sueño no REM, no es un sueño en sí, sino una súbita reacción de miedo que tiene lugar en la transición de una fase de sueño a otra, suelen ocurrir de dos a tres horas después de que el niño concilie el sueño.

       Sonambulismo: el niño habla y camina durante el sueño, se da durante la segunda y tercera etapa, no es peligroso pero si corren el peligro de lastimarse, se recomienda no interrumpir para no confundir y atemorizar al niño.

       Pesadillas: son muy comunes en la segunda infancia, ocurren en la madrugada y están relacionadas con el quedarse despierto hasta tarde, tener una cena fuerte y/o exceso de emoción.

      Enuresis: es la incontinencia urinaria intermitente que se produce durante el sueño. Pasados los 5 años de edad se considera inapropiada porqué se espera el control de esfínter. La enuresis que perdura más allá de los 8 años puede indicar auto-concepto pobre u otros problemas psicológicos o fisiológicos.


            Durante la etapa de los 3 a los 6 años,  el infante logra grandiosos avances tanto en sus habilidades motoras gruesas como en las habilidades motoras finas, el desarrollo mayor se da en sus habilidades motoras gruesas en donde utiliza la mayor parte de su cuerpo para realizar tareas más complejas en cuanto a su movilidad y coordinación se refiere. El desarrollo de su motricidad fina le da al infante una mayor independencia al poder realizar tareas de las cuales  siempre ha dependido de su cuidador, en donde estas requieren mayor precisión y coordinación ojo-mano y comienza a ser evidente el uso de la mano de su preferencia.


            Para explicar mejor el desarrollo cognitivo del infante durante la segunda etapa tenemos el enfoque pre-operacional de Piaget. El infante no tiene la capacidad para razonar lógicamente las cosas, utiliza más el simbolismo y la representación por medio de imágenes. Sus procesos cognitivos son limitados y aprenden las cosas por medio de ensayo-error, clasificación y similitud en los objetos; ya sea por su uso, figura, forma o textura. Ya comienza a razonar las operaciones matemáticas simples como la suma y la resta y ya los números tienen sentido. 

         Una de las características principales del pensamiento pre-operacional es la centración, que es la tendencia a concentrarse en un aspecto de una situación e ignorar el resto, los niños a esta edad no pueden pensar varias cosas a la misma vez. Un aspecto es el egocentrismo, que, de acuerdo con Piaget, el niño se concentra tanto en su punto de vista que no puede ver el de otra persona, esto ayuda a explicar porque a los niños a veces les resulta difícil separar la realidad de su entorno a su realidad, por eso es difícil que el niño no sepa distinguir las causas de las cosas que suceden a su alrededor. 

           La conservación, en la cual el niño no alcanza a comprender el hecho de que se altere el estado físico de algún objeto aunque sea el mismo. La irreversibilidad, es la incapacidad del niño para entender que una acción puede realizarse de varias maneras. Las creencias falsas y el engaño son parte de este pensamiento, los niños creen que todos los de su entorno saben lo que ellos piensan.

            Entre los 3 y los 5 años, los niños piensan que cada proceso mental que se realiza dentro su mente comienza y se detiene, hasta la niñez media comprenden que los procesos mentales son continuos. Una vez que el niño reconozca que todos los que lo rodean tienen procesos mentales es cuando se da la cognición social, que ayuda a la desaparición del egocentrismo y a desarrollar la empatía.



            Durante la segunda etapa los niños eleven sus niveles de atención al igual que la rapidez y la eficacia con que procesan su información y comienzan a formar su memoria,  aunque tienden a concentrarse más en los detalles que en cómo y cuando sucedió un evento. Su función es codificar, almacenar y recuperar información, contiene tres almacenes: la memoria sensorial,  la de trabajo y la de largo plazo. La memoria sensorial muestra pocos cambios desde la infancia, si no se desarrolla, los recuerdos desaparecen. En la memoria de trabajo o de corto plazo se almacena la información que trata de entender, recordar o pensar. La función ejecutiva controla los pensamientos, emociones y acciones para alcanzar metas o resolver problemas, permite a los niños hacer planes y realizar actividad mental dirigida a metas. Surge a finales del primer año y se desarrolla a medida que va creciendo.  Los procesos de la memoria del trabajo son controlados por el ejecutivo central o memoria de largo plazo, que es un almacén de capacidad ilimitada donde se conservan los procesos por largos periodos.

            El reconocimiento y el recuerdo son tipos de recuperación, el reconocimiento es la capacidad que tiene el niño para identificar algo que ya haya conocido antes y el recuerdo le ayuda a reproducir el conocimiento de la memoria, ambas mejoran con la edad. Mientras más se familiarice el niño con una persona u objeto, le es más fácil recordarlo.

            Los niños pequeños sólo recuerdan los eventos que los impresionaron de alguna manera y son momentáneos. Hay tres tipos de memoria: genérica, episódica y autobiográfica. La memoria genérica empieza a funcionar a los dos años, produce un guión o bosquejo general de eventos que se repiten; ayuda al niño a saber que esperar y cómo actuar. La episódica es la conciencia de haber experimentado un hecho en un momento y lugar específico, los recuerdos son temporales y duran un corto periodo de tiempo para luego desaparecer. La autobiográfica se refiere a los recuerdos de experiencias distintivas que forman la historia de vida del niño, aparece entre los 3 y 4 años.  Para que haya retención de memoria hay varios factores vitales que influyen: el efecto emocional, la participación activa del niño, la conciencia de sí mismo y la interacción del niño con el adulto sobre sus experiencias adquiridas (teoría sociocultural de Vigotsky).

           
El incremento del lenguaje en los niños les ayuda a expresar su punto de vista sobre lo que observan en su mundo, entre los 3 y 6 años tienen avances rápidos en vocabulario, gramática y sintaxis. A los 3 años ya son capaces de usar entre 900 y 1000 palabras;  a los 6 años ya pueden expresar cerca de 2600 palabras y entender más de 20 000. Comienzan a utilizar palabras más complejas y a formar oraciones ya sean declarativas o negativas, conforme van creciendo, sus oraciones son más largas y complicadas. Todo esto es posible gracias al mapeo rápido en donde el niño comprende el significado de la palabra después de escucharla más de dos veces.

            En esta etapa el habla privada es muy común, según Piaget es un signo de inmadurez cognoscitiva y vocaliza lo que tienen en la mente. Vigotsky lo clasifica como una conversación con el sí mismo. Habitualmente lo hacen cuando los niños juegan solos,  tratan de resolver algún problema o realizan alguna tarea difícil sin supervisión adulta.

            Uno de los cambios del desarrollo psicosocial de los 5 a los 7 años es el de la autodefinición, el niño ya cuenta con los procesos cognitivos para desarrollar su auto-concepto por medio de las representaciones simples (representaciones individuales no relacionadas, de todo o nada) y los mapeos representacionales (conexiones lógicas entre los aspectos del yo considerados todavía en términos de todo o nada). El autoestima forma parte del auto-concepto y se basa en la capacidad cognitiva de los niños para describirse y definirse a sí mismos, en esta etapa son muy extremistas para clasificar su éxito, o son buenos o son malos en algo que no pueden realizar.

            En la niñez temprana los niños aprenden a regular, controlar y entender sus sentimientos. Aquellos que mejor entienden sus emociones las controlan mejor y son sensibles a los que otros sienten. La autorregulación los ayuda a guiar su conducta y les permite socializar con otros. La comprensión aumenta su complejidad con la edad. Las emociones dirigidas al yo (culpa, vergüenza, orgullo) se desarrollan comúnmente hacia el final de los 3 años y se experimentan después de que los niños adquieren conciencia de sí mismos y aceptan las normas de comportamiento que establecen sus padres.Se da la necesidad de lidiar con sentimientos contradictorios acerca del yo,  el conflicto surge debido al deseo del niño cada vez más grande de planear y realizar actividades y los remordimientos de conciencia ante sus deseos. Los niños de edad preescolar quieren y pueden hacer cada vez más cosas pero al mismo tiempo aprenden que algunas de ellas tienen aprobación social y otras no, tienen que mediar el deseo de hacer las cosas con el deseo de aceptación. Aquellos niños que logran regular estos impulsos desarrollan la virtud del propósito.



            El juego es una parte importante para el desarrollo sano del cuerpo y el cerebro, permite que los niños participen en el mundo que les rodea; por medio del juego los niños: estimulan los sentidos, ejercitan sus músculos, coordinan vista con movimiento, logran dominar sus cuerpos y adquieren nuevas habilidades. Según Smilansky hay cuatro categorías de juego y muestran niveles de complejidad cognoscitiva cada vez mayores: juego funcional, juego constructivo, juego dramático y juegos con reglas. Cada uno con sus diferentes implicaciones, que van desde el uso de músculos repetitivos, uso de materiales u objetos para formar algo, involucrar personas o situaciones diferentes y organizar juegos con procedimientos y castigos.


            En esta segunda etapa los avances en el niño son más del aspecto psicosocial que físicos, ya tiene una mejor idea de quién es y eso le ayuda a socializar mejor con los que lo rodean, su vocabulario aumenta, desarrolla su memoria lo cual le ayuda a realizar mejor sus actividades tanto en la escuela como en el hogar, y es consciente de el valor que tiene como persona, aprende a regular sus emociones y le surge la necesidad de realizar tareas.

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